Bauz Elizalde: la tinta, la fe y la disciplina que lo llevaron de Ixtapaluca a conquistar Medellín

En un rincón de Ixtapaluca, México, un niño soñaba con dibujos y letras mientras la escuela parecía un lugar equivocado para él. Ese niño es Bauz Elizalde, hoy uno de los tatuadores de lettering más prometedores de habla hispana y flamante ganador del primer lugar en la categoría de lettering en la prestigiosa Expo Tattoo Medellín. Desde pequeño, Bauz estaba fascinado por la estética chicana: cholos, cortes anchos, bermudas y tatuajes en la nuca que para muchos eran sinónimo de calle, pero para él eran arte vivo. Mientras otros lo miraban con prejuicio, él se empapaba de esa esencia y la guardaba para más tarde convertirla en su sello. Su camino no fue fácil. Viene de una familia de clase media-baja, sin lujos ni viajes. Su mamá, como muchas, tenía el estigma de que tatuar era para vagos o expresidiarios. Bauz la convenció poco a poco: le mostraba en redes a tatuadores mexicanos comprándose autos, viajando y viviendo bien, hasta que logró que ella creyera junto con él. Con esfuerzo y fe, ella misma lo apoyó para comprar su primera máquina de bobinas en una casa de empeño. Los inicios fueron caóticos y llenos de sacrificios. Bauz se levantaba a las 5 AM para ir a la escuela en la Ciudad de México, hacía dos horas de camino, estudiaba diseño gráfico, trabajaba medio tiempo en una imprenta y por las noches tatuaba amigos hasta la 1 de la mañana. ¿Tiempo libre? No existía. Solo existía el sueño de ser tatuador y vivir de su arte. Cuando llegó la pandemia, la universidad online no lo convencía. Usó esa crisis como trampolín: se salió de la carrera para dedicarse por completo a tatuar, montó un mini estudio improvisado en su habitación y no paró de practicar. Aprendió de forma autodidacta, siguiendo en vivo a tatuadores de renombre, absorbiendo todo sobre asepsia y técnicas, mientras su tía enfermera le daba consejos prácticos de higiene. Los errores, como él mismo confiesa, fueron su mejor escuela: una media manga maorí mal hecha, el clásico error del abatelenguas mal usado, piezas que hoy no mostraría… pero que fueron peldaños hacia su estilo actual: frases cortas, lettering limpio, cruces discretas y composiciones que abrazan la anatomía del cuerpo. Su especialidad, el lettering freehand, le permitió destacarse rápido: nada impresiona más a un cliente que ver a su tatuador crear la pieza directamente en la piel, sin plantilla. Esa audacia y técnica impecable lo llevaron a competir fuera de México. Su primer viaje internacional fue a Medellín: no ganó, pero quedó hipnotizado por el nivel artístico y se prometió regresar mejor preparado. Dos años después, regresó con todo. Junto a Isaac, un rapero local, creó un diseño con la frase “First we pray, then we ride”, una composición poderosa con su toque distintivo: una cruz sutil en black and gray. Ganó primer lugar y se llevó a casa no solo el trofeo, sino la confirmación de que la disciplina y la pasión siempre pagan. Hoy, Bauz sigue creciendo, tatuando a artistas como Ñengo Flow y compartiendo su mensaje para quienes sueñan con seguir su camino: hazlo por amor, mantén la disciplina y ten paciencia. Nada se construye de la noche a la mañana, pero todo llega si no lo pospones. ¿Quieres escuchar esta historia contada por él mismo? 🎙️ No te pierdas la entrevista completa en nuestro canal de YouTube y deja que Bauz Elizalde te inspire a tatuar tu propio destino.

Jorge Méndez

6/26/20251 min read